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nocturno lluvioso

La peluquería Casablanca refleja esa luz en el inicio de la primera noche de la primavera

Después de unos días con sequía de información en nuestra avenida, hoy hemos tenido tiempo y lluvia para contar las cosas que pasan.

El primer día de primavera nos ha traido agua, eclipse y una manta de barro sobre las calles. Por suerte, a última hora de la tarde ha caído una intensa lluvía que, aparentemente, ha limpiado los coches, el asfalto y a algunos transeuntes.

También nos ha dejado imágenes como la que encabeza este post, que muestra el escaparate de la peluquería Casablanca mientras cae la lluvia, con una densa humedad azulada.

Exterior del estanco de la avenida en la noche

También está este exterior del estanco de nuestra calle con hombre de paragüas en el centro. La falta de luz desenfoca un poco la fotografía y la humedad facilita esa visión casi impresionista de la nocturnidad del inicio de la primavera.

Poco antes de las ocho de la noche, los fumadores se acercan a la tienda para comprar los cigarrillos. Es una visita casi religiosa; hay que fumar aunque truene o caiga la del pulpo.

Los bares esperan clientes pese al mal tiempo

Todavía no son las ocho de la tarde en España y la gente es reacia a salir a tomar algo. En la fotografía superior, un bar latino espera a sus clientes un viernes por la noche. Se ofrece comida, cerveza y copas a buen precio. Todavía es muy pronto para empezar la juerga.

La lluvia tampoco anima a salir de casa. Las luces, en cambio, nos guían en la avenida. Empieza la noche. Húmeda.

otro rodaje en el bulevar

Este es el aspecto que presentaba el pasado viernes la esquina de Martínez de la Riva, Monte Igueldo y la calle Peña Gorbea -también conocida como el bulevar-.En el chaflán había una iluminación extra que no era gratuita…se estaba rodando una película o una serie de televisión.

Para ello había cortado los accesos a Peña Gorbea, no habia tráfico, no dejaban entrar en la parte central de la calle. Como vemos en la siguiente fotografía, el rodaje se hacía en  el,normalmente, popular y populoso bulevar. Y se inundó de curiosos nocturnos.

El barrio siempre ha sido muy cinematográfico. Más bien para serie negra o casticismo, pero muy de película. Por ello, agradecemos que escojan nuestras calles para grabar ficción y romper así la rutina de los vecinos.

Durante unos días, todo el equipo cinematográfico fue aparcado junto al mercado de Puente de Vallecas y ha sido la comidilla de todos los vecinos y tenderos. A primera vista, no ha trascendido ni el director ni los artistas que protagonizaban la película o el telefilme.

Si se ha visto, sin embargo, la simpatía de los chicos/as «gafapasta» que controlaban los accesos al bulevar. Nada de información, nada de paso y mucha cara de aguantar la nocturnidad en este barrio «chungo». Ese silencio del miedo nos impide aclarar el objeto del rodaje. Prometemos que si vemos un solo plano de la película en cualquier formato, denunciaremos y lo situaremos en la calle.

Una vez más, somos el plató de un película, de una ficción, de una historia. Es lo que tiene vivir en Monte Igueldo.

mercados nocturnos

Todas las noches, de lunes a viernes, en el inicio de la avenida de Monte Igueldo, se forma un curioso mercadillo callejero. No se trata del clásico top-manta con Dvds y CDs que a media mañana -sobre todo el sábado- se extiende en las zonas más concurridas de la calle. No. Es un mercado de cosas viejas, usadas.

Ya, en las navidades pasadas, comentamos el caso de Julia y su ropa de segunda mano expuesta junto a la marquesina de la parada del autobús. Pero ahora, la oferta de vendedores se ha multiplicado. Zapatos, cintas de VHS, cargadores de móviles, candelabros, libros de texto, etc…todo puede tener un comprador nocturno.

Siendo justos hay que comentar que la historia empezó con un señor con pinta de hippie que, con una bicicleta cargada hasta los topes, llegaba por la noche con material de todo tipo a la esquina de nuestra calle con la avenida de la Albufera.  Allí  presentaba todo su género ¿? y buscaba compradores. Él fue el primero y permanece todavía en el mismo sitio.

Si bien, ya sabemos que no se trata del primer rastro nocturno de Madrid, también es cierto está en nuestra calle. Y eso no es poco. De momento, nos ahorramos las fotos testimonio para evitar que Hacienda se pase por la avenida y empiece a  cobrar  las licencias comerciales.

nocturno automático en la avenida de la sombra

Pere Gimferrer espera en los lavabos. Los coches sobrecogen mi alma mientras golpean las alcantarillas de la calle. Las farolas, las luces, el silencio engreído. A medida que pasa el tiempo anochece más dentro. No falla, la escritura automática te paraliza.

Es tarde y no te vence el sueño. Miras por la ventana y recuerdas a otros poetas recuperados como Pizarnik. Algún inmigrante deambula perdido entre las balaustradas (la palabra me mola). Observas una luz roja en una ventana frente a la casa. Red light y piensas en la canción de Police. Recuperas tu mediocridad y te duele.

Alguien preguntó hoy por la tristeza y se te puso un nudo en la garganta.

oía el mar de la m-30

Oigo el mar y es la m-30 en una noche de viento. Es el tráfico a lo lejos, desde la avenida.

Oigo el mar y el fantasma de Joseph Conrad me recuerda el poder, el carácter del enemigo, » los surcos del viento  sobre los rostros de las olas».

Resulta difícil concretar esta angustia, este desánimo. No hay  una respuesta racional porque el mar que navegas es primitivo, puro instinto, un juego para hombres.

Cabalgas sobre la sombra de una tempestad futura, inminente. Sabes que está ahí, escondida, en la espuma blanca, agazapada en un ligero cambio de brisa, Vigilándote y leyendo tu carta marina.

Oigo el susurro, el permanente silencio de las mareas. Y despiertas. Son los coches nocturnos y su contaminación acústica y descarada. Es la M-30, la frontera de unos sueños rotos, el espejismo acuático, la ausencia de un mar deseado.

Escuchando el mar, el silencio…

En algún momento necesitaba pararme. Pensar. Mi calle es larga y, en ciertos tramos, estrecha. Sobre todo de noche.

Tras salir del metro, uno encuentra policía controlando inmigrantes, inmigrantes corriendo hacia el transporte público, gente haciendo cola en la farmacia de 24 horas, mi china favorita viendo un culebrón en un PC, un grupo de marroquíes bebiendo cerveza en la calle, los brasileños disfrutando de una superbock, vallecanas fumando mientras andan, un indigente durmiendo en el cajero interior de Caja Madrid, un par de harleys y el camión de la basura. Después el silencio.

Cuando escuchas atentamente, ya en casa, sientes el sonido del mar en el fondo. Es raro. Esto es la avenida de Monte Igueldo de Madrid, no es Donosti, Pero, en un día difícil -como casi todos-, te consuela.

Podría escribir un verso triste esta noche aunque eso ya lo dijo, más o menos, Pablo Neruda. Me basta con respirar el silencio de mi calle. Es suficiente. Y mañana, sol. Y bullicio.